(Por Paula Cabrera Lago de 3º Primaria B)
Relato finalista de la 2ª Categoría del Certamen Literario "Mio Cid"
IX Semana Cultural del Colegio Monte Tabor
Santa Teresa tuvo muchos
hermanos, pero con el que mejor se llevaba era con Rodrigo.
Un día, Teresa y Rodrigo se
escaparon de su casa. Cuando les encontraron su padre mandó a Teresa a un
convento de monjas. Allí tenía muchas amigas, y descubrió que quería ser monja,
pero no quería decírselo a su padre.
Cuando tenía cuarenta años
descubrió todo lo que Jesús nos había querido al morir por nosotros. Y quiso
que todos quisieran mucho a Dios, por eso se fue con sus amigos y amigas a
fundar conventos por toda
España.
Caminaba mucho, también iba en
burro o en carreta. Iba con frio y calor, nieve o lluvia, sin rendirse.
Un día por el camino se
encontraron a unos niños que les preguntaron:
-
¿a dónde vais?
Y Santa Teresa les dijo:
-
A fundar conventos.
-
¿podemos ir con vosotros?
-
¡claro!
Uno de los niños estaba
malito, y Teresa le dijo:
-
No te preocupes, yo también estuve muy malita.
Pídele a San José que te cure, como lo hizo conmigo.
Otro día se les enfermó el
burro que llevaba la carreta. Durante un tiempo, los frailes tuvieron que
llevar la carreta, hasta que el burro se puso bueno.
Otro día se salió una rueda de
la carreta, y toda la comida que llevaban para el viaje se derramó. Tuvieron
que parar dos días en un pueblo para arreglar la carreta y comer un poco.
Éstas y muchas otras aventuras
le pasaron a santa Teresa. Pero nunca se ponía triste, porque confiaba mucho en
Dios, y pensaba que con Dios tenía todo.
Santa Teresa contagió a todos
su amor por Jesús, y se inventó una poesía que decía:
“Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene,
nada le falta,
Solo Dios basta.”
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